lunes, 6 de diciembre de 2010

PER ASPERA AD ASTRA

Anoche soñé que Mick Jagger me invitaba a una raya de coca en su Limousine.

Per aspera ad astra, me decía. ¿Qué me dice? Le miraba fascinada sujetando el turulo con la izquierda. Hablaba en latín enredándome el índice, y yo no me enteraba. Sin dejarme respirar, se desataba de mi dedo y salía volando por la ventanilla del coche envuelto en polvo blanco. Yo intento perseguirle y el despertador me atiza contra el suelo. Buenos días, rutina.

Per aspera ad astra, per aspera ad astra. Sus palabras aporrean las teclas del ordenador en la desganada oficina y de pronto le veo saltar sobre las mesas de los contables. ¿Qué coño dice? Corro tras él y se pierde por algún despacho. Hinco con rabia los codos en el pupitre y me decanto por sacar un Sandwich de la máquina expendedora. ¿Astra? ¿Estrella? ¿Qué quiere decirme Mick?

¿Es de locos querer alcanzar una estrella? ¿Será eso? Más loca estaría si me durmiera entre papeles y pólizas y no me llegara el sueño. Me duermo con fuerza.

Jumpin Jack Flash suena silbada en la flauta de Hamelin y yo corro tras ella como un ratoncillo inquieto. Mick me guiña un ojo y se esconde detrás de un árbol. ¡Será capullo! Yo no soy Alicia, esto no es el país de la maravillas, no persigo un conejo, voy tras una estrella de rock y no se trata de un sueño. ¿O sí?

Me he salido del plano que tenía establecido y sin darme cuenta ya no suena el despertador. No me interrumpe la rutina. Tengo todo el tiempo del mundo para soñar. ¿Soy Alicia? No, no hay maravillas.

Per aspera ad astra. Por el camino difícil que para eso soy un ser humano y no un personaje de ficción. ¿Por el camino difícil? Alguien me lo pone más fácil. Keith Richards y Lan Stewart toman mis manos y me elevan envueltos en polvo blanco. Vaya, por fin me llega una pista. A partir de esa muchas más. Ahí está. Le saco la lengua a Mick. Le veo pero no llego. Está oscuro. Avanzo en negro.

Negro. Brillo. Una estrella brilla en medio del negro y voy hacia ella de la mano de los dos músicos. Veo la luz, como en aquella película de miedo. Luz, filtro blanco. Suena un reloj, sonríe un conejo sin despertador. No soy Alicia, no me he quedado dormida. Mick Jagger enreda su índice con el mío y me coloca a su lado. Sonrío al mirar la limousine aparcada en doble fila. A la diestra de Mick Jagger me río de mis sueños.

Per aspera ad astra. Ahora le entiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario