jueves, 16 de diciembre de 2010

DIAPOSITIVA EN 3D

Dicen aquellos que en un instante se dan con la muerte de bruces y consiguen eludirla, que en décimas de segundo ven pasar su vida entera en fotogramas.

La luz, que atravesaba rabiosa la ventana de mi dormitorio, me sorprendió sudando, tendida sobre la cama, desnuda, casi inerte. Despegué los ojos legañosos, apenas fui capaz de alargar el brazo a la mesilla y agarrar la botella de agua, con la que empapé mi boca, mi pecho y las sábanas. La noche anterior me había dejado una resaca insaciable. Ni ganas, ni fuerzas para arrancar de la cama.

Comencé a acariciarme, era tal la sensación de asco que quise mezclarla con el placer. Se escuchaban gemidos al otro lado de la pared, me dejé llevar y me situaron sobre ti, balanceando mis caderas ansiosa por verte desfallecer, mis labios sobre tu frente y las manos rodeándote con suavidad el cuello. El timbrazo del teléfono me devolvió a mi cuerpo muerto, a las sábanas mojadas y a mi dormitorio desbordado de gemidos lejanos. No contesté la llamada, no me interesaba lo que pudiera suceder más allá de las cuatro paredes que limitaban mi dormitorio.

Continué mi tarea, esta vez con mayor intensidad. Millones de recuerdos se iban proyectando sobre mi cabeza a modo de diapositivas. Tu lengua acariciando la planta de mis pies detuvo la película, como si hubiesen activado el pause. Había alguien más en esa escena, sentía su calor sin ser capaz de verle. Tú lamías despacito mis dedos, mis tobillos, yo te aprisionaba entre mi puño sintiendo otra lengua que desgarraba mi pubis, esa lengua extraña. El cabecero de la cama chocó con fuerza contra la pared, me despistó el ruido y continuó la proyección.

De nuevo tú, esta vez ahogando mi garganta y la misma lengua desgarradora que comencé a sentir familiar. Interferencias en la pantalla rebobinaron la proyección situándome en la infancia, cerré los ojos fuerte intentando borrar esas imágenes que rasgaban mi piel hasta hacerla sangrar. Frené de golpe, no fui capaz de soportar la mezcla de la inocencia con aquellas estampas. Respiré hondo, traté de calmarme y continué mi trabajo.

La siguiente diapositiva me llegó más nítida que las anteriores, el escenario era claramente el mismo que yo vivía en aquel momento. Mis cuatro paredes, el cabecero roto y separado de la cama y una botella de agua sobre la mesilla de noche. Por fin la cara del desconocido y bofetadas de realidad que me hicieron temblar, se paralizó su lengua traviesa, aparté con ira su sombra. Las diapositivas comenzaron a recorrer mi cabeza a cuarenta y cinco revoluciones. Mi infancia, la familia, mi odioso trabajo, tus recuerdos, mi vida y la muerte. Perdí el sentido durante unos instantes, mi brazo se desplazó fláccido hacia la mesilla de noche y los cristales de la botella de agua contra el suelo me devolvieron a la vida.

Me froté los ojos con los restos de agua que habían quedado sobre la mesilla y comenzaron a despertar mis sentidos. Olor a güisqui y a sexo, tres cuerpos revueltos entre sábanas sudadas. Volví a mis caricias y la pantalla continuó proyectando imágenes, esta vez las sentía recientes, mucho más cercanas. Mi cuerpo invadido por cuatro manos, penetrado por dos falos y la misma mirada en uno y otro, separada por el tiempo, los mismos ojos para los dos, pero unos llenos de vida y los otros viejos y ausentes, ansiosos por dar muerte a tanta vida. La diapositiva rebotó en mi cabeza como un puñetazo, tu hijo y tú ¿No pudiste soportarlo? Malditas fantasías imposibles en la realidad, no conseguiste que el güisqui te llevara a engaño. No, no pudiste soportarlo.

De nuevo el teléfono me hizo sentir el cuerpo dolorido y amoratado. No contesté la llamada. Olor a muerte. Timbrazos impertinentes. Gemidos al otro lado. Mis dedos insistentes y un alarido ahogado que rebotó sobre las cuatro paredes. Al fin ese placer traído de la mano del asco.

Una última diapositiva, tu cuerpo inerte a los pies de la cama. El teléfono chillando una vez más, volcando esa imagen en tres dimensiones, mi cuerpo tenso y desorbitado y un hilillo de voz contestando: “Defensa propia”. Final de la proyección.

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